miércoles, 3 de agosto de 2011

HOMBRES AMADOS


"...Invité a Jesús a venir a mi departamento el domingo para ver por televisión el partido final de Copa Mundial entre Alemania y Argentina. Lo cité un poco antes de las doce del día. El partido comenzó y él no había llegado. Estaba por terminar el primer tiempo cuando sonó el timbre. Abrí por el interfón y quise hacerme esperar un poco. Creo que él tocó a la puerta. Poco después me levanté, le abrí, le di la mano y le dije: 
-Pasa.
Le puse una silla y le ofrecí otra para que subiera los pies pero no la aceptó. Yo seguí tomando mi taza de café y al poco tiempo le dije: 
-¿Tornas café o cerveza? 
Él me dijo que mejor cerveza. Entonces torné unos billetes, una bolsa y bajé a comprar cuatro caguamas; le di un vaso, le abrí una, puse una parte de periódico en el piso para la botella y el vaso. Pasaron unos minutos y dije: 
-Bueno, he tomado mucho café. Te perdiste el primer gol pero realmente no lo valió, en el sentido de que no fiie nada extraordinario; fue un simple gol.
Me levanté a dejar mi taza de café, tomé una caguama y me senté a seguir mirando el partido. Ya estaba por finalizar con el marcador empatado cuando Argentina, esta vez no fue por medio de Maradona, anotó el tanto del triunfo. Entonces yo dije: 
—Esto ya se acabó y ganó Argentina la Copa Mundial —y apagué el televisor añadiendo: —Bueno, ahora nada más viene el puro cotorreo. 
Entre las felicitaciones que se daban los jugadores unos a otros había abrazos, había besos, y dijo Jesús: "Sí, hom-bre, éstos se besan y hasta se tiran abrazados así". "Sí, hace años se prohibió en México que aparecieran en el periódico besos en la boca". Me quedé mirándolo y le dije: "Yo soy muy sensible en las tetillas, ¿tú no?" Él dijo que pues que sí; entonces se quitó la camiseta, le pellizqué con el dedo índice y el pulgar de cada mano las tetillas y él hizo lo mismo conmigo. Dije: "Ponte así" y nos pusimos sentados en nuestras sillas uno frente al otro; yo incliné mi frente sobre su hombro, sentí su cabeza y nos dimos un beso en la boca. Nos seguimos besando en la boca, nos pusimos de pie y comenzamos a desvestirnos y nos fuimos a la cama. Después de un rato de estar besándonos y abrazándonos me levanté al baño y saqué del botiquín una vaselina y dije "aquí está la crema". Entonces yo le chupé la..."

Extracto de: HOMBRES AMADOS 
Autor: Jorge Arturo Ojeda 
Editorial: Fontamara 
México, 2002

Disponible en nuestra librería: $70.00
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